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Platería y azabachería como artes fundamentales desde el nacimiento de la ciudad

En los albores del siglo IX se produce la inventio de los restos del apóstol Santiago en el bosque del Libredón. A partir de la legitimación de las reliquias por parte de Teodomiro, obispo de Iria Flavia, y el rey Alfonso II, nace el santuario que antecede a nuestra actual Catedral, en torno a la cual va germinando la ciudad de Compostela. Siendo esta Fábrica el corazón y razón de ser de la urbe, esta aglutinó a su alrededor a los principales artistas que la nutrieron de obras, entre ellos, a su gremio mimado, el de San Eloy, que como en la mayoría de las ciudades europeas, reunió a los plateros bajo la advocación y protección del obispo orfebre.

Hermandad de Cambeadores

No podemos determinar en qué momento se agrupan los plateros de Santiago bajo un sistema gremial, pero sabemos que estuvieron ligados al que debió ser el primer gremio compostelano, la legendaria hermandad de cambeadores, que, como resulta lógico en una ciudad a la que acudían miles de peregrinos de toda Europa, se encargaban de ofrecer cambio monetario. López Ferreiro nos habla de un documento que contiene una concordia entre orífices y cambiadores, fechada en 1298, que demuestra las obligaciones conjuntas de ambos gremios y su estrecha vinculación, encargándose, entre otras cosas, de regular el precio de la plata.

Los Concheiros

Por su parte, los azabacheros tienen su antecedente en otro legendario gremio compostelano, el de los concheiros, cuyas raíces se hunden en el fenómeno de la peregrinación y la necesidad de ofrecer pequeñas conchas, símbolo del Camino a Compostela, para todos aquellos que quisiesen llevarse un recuerdo material de su viaje espiritual. Este gremio fue paulatinamente sustituido por el de los azabacheros, advocado a San Sebastián, quienes comenzaron a labrar estas conchas en azabache, en estrecha vinculación histórica con los plateros.

El gremio de los plateros compostelanos se ubicó geográficamente en torno a la propia Catedral, desde la Puerta Santa hasta la por ello llamada praza das Praterías. Los azabacheros se agruparon en la zona norte de la Catedral, todavía hoy conocida como rúa da Acibechería. En ambas zonas aún permanecen hoy algunas de sus tiendas abiertas al público, en los lugares ocupados históricamente por los obradores artesanales y tiendas de estos artífices.

Plateros y azabacheros surtieron de piezas a una ciudad nacida al calor de una devoción y por ello cuajada de iglesias, y crearon suntuosas piezas para una Catedral que necesitaba autorreafirmarse constantemente como uno de los epicentros de la Cristiandad. Por ello demandaba obras para el culto y regalos diplomáticos para intercambiar con importantes personalidades que la visitaban. Por ejemplo, desde la Edad Moderna, era habitual que los mandatarios eclesiásticos y políticos que presentaban la ofrenda a Santiago el 25 de julio recibiesen un cuadro de plata con la efigie del Apóstol, registrándose el encargo de más de mil de obras de este tipo a lo largo de la historia. Por supuesto, también realizaron numerosas piezas para una constante corriente de peregrinos que deseaban llevarse un recuerdo de la meta espiritual de su camino, tomando gran protagonismo en estas obras el azabache; así como obras para la clientela civil de la ciudad, especialmente relevante a partir del siglo XIX, cuando la burguesía comenzó a embellecer sus colecciones domésticas con espectaculares vajillas, bandejas con escenas iconográficas, o piezas de devoción privadas como benditeras.