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Plata y azabache como recuerdo de la peregrinación a Santiago: los primeros "souvenirs" de la historia

La concha

Hoy en día la platería y el azabache son uno de los souvenirs más escogidos por los peregrinos por su carácter de artesanía tradicional e identitaria de la ciudad compostelana. Lo que muchos turistas ignoran es que están siguiendo los pasos de los peregrinos primitivos que, en la Edad Media, se llevaban un recuerdo de su viaje espiritual, habitualmente una concha que, si bien comenzó siendo una vieira auténtica, pronto pasó a labrarse en plata y azabache y a especializarse como producto artesanal. La concha se erigió como elemento distintivo de la peregrinación a Santiago, así como el homólogo en Jerusalén era a palma, que los —por eso llamados— palmeros arrancaban de los jardines hierosolimitanos. Al igual que la palma, la concha era un elemento abundante y barato. Como señaló en su momento Manuel Rabanal, en nuestro idioma gallego se ha dado la poética coincidencia de que, según la evolución lingüística, dos términos semánticos alejados hayan coincidido en forma, como son vieira: concha, y vieiro: camino.

La asociación de la concha con el Camino de Santiago se estima entre el 1099 y el 1106, ya que contamos con una leyenda datada en ese último año donde ya se denota tal costumbre. Las primeras noticias documentadas las encontramos en el propio Códice Calixtino (ca. 1160). En el Libro 1, correspondiente a la liturgia, se alude a la concha como recuerdo que los peregrinos se llevan de Compostela. En el libro 2, referente a los milagros de Santiago, se cita una leyenda sobre un caballero en Apulia que fue curado de una grave dolencia gracias al poder taumatúrgico de una concha traída de Compostela por un vecino como recuerdo de la peregrinación —tenemos, de nuevo, la idea de souvenir del Camino—. Además, existe un segundo milagro asociado al Apóstol y la vieira, recogida en fuentes como Sagrario de Molina (1550) o Castellá Ferrer (1610), que se refiere a un caballero salvado del ahogamiento en la villa de Bouzas, en el océano Atlántico, emergiendo cubierto de conchas al paso de la embarcación que transportaba el cuerpo de Santiago a Galicia. En el Libro 3 del Calixtino se nombran las caracolas, otro tipo de concha, como protectoras de los marineros por intercesión del Apóstol.

Los concheiros

La necesidad de proveer de estas conchas a los peregrinos se materializó en un gremio propio en Compostela, el de los concheiros. Volviendo al Calixtino, en el libro 5, al describir la ciudad de Santiago, se habla del comercio de este tipo de recuerdos en la actual praza da Inmaculada —rúa da Acibechería—, que por lo tanto sabemos, existió desde el principio del propio Camino. Paulatinamente las conchas empezaron a tallarse en azabache, y las más exquisitas en plata. Plateros y azabacheros asimilaron al legendario gremio de concheiros e inmortalizaron las conchas de vieira en materiales suntuarios.

Souvenirs con significación especial

Los souvenirs son importantes para el visitante porque congelan en el tiempo una experiencia intangible y la traen de vuelta al presente. En Santiago, como meta del Camino, tenemos además una significación especial o confluencia metafórica, porque el origen del recuerdo está ligado al propio concepto de peregrinación medieval, como material testimonial de un lugar sagrado, y como recuerdo del esfuerzo del peregrino. Es por ello por lo que la platería y el azabache han jugado un papel fundamental en la historia del Camino, y lo continúan haciendo para aquellos peregrinos y visitantes que apuestan por la autenticidad de la artesanía forjada al calor de una tradición compostelana milenaria.